La función educativa de los perros adultos sobre los jóvenes

La ciencia del estudio del comportamiento animal (la etología) permitió entender un gran número de actitudes de los animales, para todas las especies.
Las relaciones de los perros entre ellos son claramente definidas por reglas sociales estrictas que siempre funcionaron y siguen siendo las mismas hoy, a pesar de algunas excepciones.
La función educativa de los individuos adultos sobre los jóvenes es extremadamente importante, e incluso imprescindibles. En efecto, para ser un perro equilibrado, encontrado bien consigo mismo, un cachorro debe haber recibido una educación de parte de sus semejantes, como los niños necesitan reglas aprendidas de los adultos.
La madre perra empieza este trabajo desde el nacimiento de los cachorros por el aprendizaje de la jerarquía (les inculca el respeto de los dominantes) y de la picadura inhibida (cuando sus dientes le hacen daño en el momento del amamantamiento, les enseña a controlar la potencia de sus mandídulas). De este modo, los cachorros se familiarizan con las reglas de funcionamiento de su especie desde sus primeros momentos de vida. Es decir que el perro va a aprender poco a poco a comunicar, a jugar, a comportarse como un perro. Eso puede parecer trivial, pero recordemos que algunos de nuestros amigos son tan humanizados, que olvidan a veces que son perros, y se encuentran apartados cuando encuentran a congéneres, incapaces de responder a sus peticiones de comunicaciones, porque no aprendieron los usos durante su niñez.

“Los educadores”
Durante sus momentos de juego, a menudo ruidosos y animados, los cachorros pueden eventualmente molestar los adultos, que se encargarán de castigarles, de “enseñarles las buenas maneras” en cierto modo. Los cachorros aprenden entonces a respetar los adultos que ostentan la autoridad, hasta que, vueltos adultos, traten ellos también de formar parte de los dominantes y de educar los jóvenes.
De este modo, es muy importante que los cachorros encuentren con frecuencia a otros perros, con el fin de conocer pequeñitos la variedad de sus comportamientos y de ponerle en práctica el más frecuentemente posible. Algunos clubes de entrenamiento (pero no todos, lo que es muy una lástima) proponen sesiones de socialización: los perros están soltados entre ellos, y les dejan establecer sus relaciones jerárquicas, sus juegos, incluso sus riñas, sin intervenir inútilmente. Lo ideal sería que estas sesiones reagruparan perros de tallados, razas y edades diferentes.
Los perros de gran tallado aprenderán a dominar sus cuerpos, los adultos o los perros viejos pondrán a los jóvenes fogosos en su sitio, los gritos de unos mostrarán a los otros que deben controlar la potencia de sus mandíbulas... En resumen, nada más que relaciones normales entre perros.
Esta socialización debe imperiosamente empezar con la madre y los hermanos y hermanas : si los cachorros están quitados demasiado pronto de la madre, o si no hay que un cachorro en la camada, se podría que este perro, no habiendo tenido compañeros de juego, tuviera considerables lagunas y se encontrara bien “disminuido” en sus futuras relaciones con los otros perros. Por tanto, es preferible empezar pronto las sesiones de socialización entre perros de todas edades, desde la octava semana de vida de los cachorros. Si esperamos mucho tiempo antes de multiplicar los encuentros, es difícil de reparar lo que no fue aprendido. Difícil, pero no imposible. Con mucha paciencia y la ayuda de profesionales entendidos…
Carla à la découverte des autres
Carla à la découverte des autres
Carla à la découverte des autres
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Reimpreso con permiso del autor : Laurence Bruder Sergent www.comportement-canin.com